Las locuciones latinas son expresiones en latín que se utilizan en el español con un significado cercano al original. Como el latín fue la lengua de expresión cultural y científica en Europa hasta el siglo XVIII,muchas locuciones han pervivido en el lenguaje jurídico, filosófico, técnico, religioso, médico y científico. En el uso popular, dichas locuciones se han conocido con desdén como «latinajos».
En el uso de las locuciones latinas se da además una actitud mixta. Esto se debe a que, en ocasiones, son usadas por personas que no conocen bien la lengua latina, lo cual es motivo de errores frecuentes. Tal es el caso de la errónea de motu proprio, cuyo uso correcto no debe incluir preposición, al tratarse de un ablativo, y debe decirse motu proprio; otro tanto ocurre con la errónea a grosso modo, que tampoco admite la preposición por idéntico motivo al anterior (debe decirse grosso modo).
El mal uso del latín es satirizado en las composiciones humorísticas en el llamado latín macarrónico y en la Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, novela del siglo XVIII escrita por el Padre Isla.
De acuerdo con la nueva Ortografía de la Real Academia Española, todas las locuciones latinas deben escribirse «[…] en cursiva (o entre comillas) y sin acentos gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina».
Memento Mori. Sic transit gloria mundi. Carpe Diem. Tempus Fugit, Memento Mori. Tempus breve est.
Frases en latin relacionadas con la brevedad del ser
Memento mori ([mɛˈmɛn.tɔ ˈmɔ.rɪ] en Latín clásico, [meˈmen.to ˈmo.ri] en Latín eclesiástico; “Recuerda que morirás”, en español) es una frase latina que recuerda la mortalidad del ser humano. Suele usarse para identificar un tema frecuente, o tópico, en el arte y la literatura que trata de la fugacidad de la vida.
Tiene su origen en una peculiar costumbre de la Antigua Roma, que quizás tenga origen sabino. Cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, tras él un siervo se encargaba de recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia y pretendiese, a la manera de un dios omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre. Lo hacía pronunciando esta frase, aunque según el testimonio de Tertuliano probablemente la frase empleada era:
Respice post te! Hominem te esse memento!“¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre”.
También se usa para denominar a las representaciones de difuntos en la historia del arte.
Efectivamente, la pintura de bodegones, que surgió en Europa con los libros religiosos ilustrados, cumplió en esa época con una función similar a la de la frase durante el imperio romano: subrayar la vanitas de la existencia. Su mensaje era claro: la naturaleza se descompone, mas el alma es inmortal; el espíritu habita brevemente en cada cuerpo. La forma más extrema del mensaje moral que ofrece la vida aún se encuentra en las obras artísticas del género vanitas, que toma su nombre del íncipit Eclesiastés: Vanitas Vanitatum et omnia vanitas (Eclesiastés 1:2;12:8).
El detalle que a menudo revela la presencia de una “pintura de vanitas” es la presencia de un cráneo humano, acompañado generalmente por otros símbolos alusivos a la temporalidad de la vida y la inutilidad del esfuerzo humano: flores caídas, frutas podridas, relojes de arena y otros. En muchos cuadros de vanitas, se agrupan los elementos que representan la actividad humana (libros, instrumentos científicos) y los placeres humanos (pipas, instrumentos musicales) que marcan la futilidad de lo material en una vida tan corta. La pintura de bodegones simboliza lo que seguirán siendo los seres humanos cuando han abandonado el escenario de la vida: vanitas.